Por: La Redacción.
Ciudad de México., a 15 de abril del 2024.- Para la actriz mexicana Diana Bracho, su próximo protagónico teatral, Betty, en la obra Madres e hijos, está dedicado al dramaturgo estadunidense Terrence McNally (1938-2020), con quien tuvo una relación artística y de amistad, tras haber encabezado en dos ocasiones otra de sus obras cumbres, Master Class, tanto en 1998 como en 2014.
En Madres e hijos, que se estrena el 10 de mayo en el Teatro Milán, Bracho, de 79 años de edad, recreará a una madre que en duelo por su hijo, decide reconectarse con la expareja de él, a quien no ha visto desde hace dos décadas, Chris, personaje hecho por Juan Manuel Bernal.
La maternidad, como todos sabemos, es una experiencia no necesariamente biológica. Tener una madre biológica es muy importante, pero tener una madre en abstracto, que te formó en la vida, que te cuidó y se preocupó por ti, es importantísimo. Yo soy muy afortunada de tener una hija, nada más una (Andrea), decidí tener una hija nada más y vivo esa relación con una intensidad impresionante. La respeto, somos muy diferentes mi hija y yo. Es maravillosa, es súper talentosa, es una muy buena persona, generosa, pero a veces chocamos. Sin embargo, la admiro, la respiro y la quiero mucho.
Así que puedo decir que esa experiencia de Betty, de haber tenido un hijo nada más y de haberle dado, según ella, todo lo que quería compartir con un hijo y consentirlo en todo, y que finalmente ese hijo la contradiga en sus preferencias sexuales, la contradiga en la vida y muera casi sin que ella se entere, porque ella dice que ‘supo que se había muerto’, pero realmente vivió muy lejos de él, ¡es una situación para Betty muy dolorosa!
Estoy tratando, con todo mi corazón, de darle vida a este personaje, al que le duele tanto la pérdida de su hijo, al que no ha comprendido, no ha respetado y que ni siquiera fue a ver sus obras de teatro. Entonces, es realmente ese abandono de la madre al hijo, dramáticamente tremendo. Pero amo a Betty, es un personaje maravilloso, tiene un humor negro que me encanta y lanza unos dardos mortales al pobre de Juan Manuel. ¡Me encanta trabajar con este personaje, porque es un gran regalo que requiere de mucha generosidad, de mucho desprendimiento, de mucho amor!”, explicó Bracho a Excélsior.
El personaje de Diana Bracho debe lidiar con la pérdida de su hijo y reencontrarse con el pasado.
Para la actriz, otro elemento fundamental es que los integrantes de la compañía conformada se tienen estima, por lo que, para ella, la obra también habla de amor.
Es sobre el amor profundo de los seres humanos por sus hijos, por sus compañeros y la estamos haciendo con mucho amor. Siempre tengo la teoría de que para odiar a un personaje en escena tienes que amarlo fuera. En escena, lo puedes matar, pero en el momento en que sales del escenario ‘¡te quiero Juan Manuel, te adoro, eres divino, muchas gracias por la escena!’”,
destacó.
La ganadora de tres premios Ariel y expresidenta de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas habló de su relación con el autor.
Esta obra, para mí, es un homenaje a Terrence. Terrence y yo fuimos amigos. Tuvimos una relación muy bella. Vino a México un par de veces, para ver Master Class. Yo lo veía cada vez que iba a Nueva York, nos íbamos a comer y a platicar. Fue un hombre, además de talentosísimo, uno de los grandes dramaturgos del siglo XX, además de ser un gran amigo y una persona con una profunda humildad, que es muy raro en una persona tan exitosa.
Terrence era absolutamente humilde, natural… cuando comíamos platicábamos de todo y cuando se enfermó, su compañero de vida me habló y me dijo: ‘acaban de operar a Terrence de un pulmón, le quitaron un pulmón, está muy incómodo, porque no puede dormir muy bien’. Así que le compré una súper almohada y se la mandé a Londres. Me contaba su compañero que no la soltaba y dormía abrazado a ella.
Bueno, esa almohada, ahorita para mí, es Madres e hijos. Estoy abrazada a esa almohada. Es un privilegio realmente, muy esperado para nosotros. Para mí hacer esta obra es un homenaje a Terrence McNally, que va a ser cotidiano. Cada vez que pise este escenario, va a estar Terrence con nosotros”, relató Bracho.
Juan Manuel Bernal detalló que la obra explora el duelo y el reencuentro de dos seres que tienen heridas que sanar.
En la obra anterior que hice, a los personajes les costaba pedir perdón y en ésta, se la pasan pidiendo perdón. Este personaje está cargado de culpas, pero, por otro lado, se dio una segunda oportunidad y está viviendo un momento increíble en su vida, hasta que se encuentra con el pasado que lo rebasa. Creo que es ésa oportunidad de la vida para tratar de sanar algunas cosas que quizá creías que ya habías cerrado y que, de repente, la vida te dice ’todavía no’. Es un personaje muy profundo, muy hermoso y me siento muy afortunado de toparme con una historia así”, acotó Bernal.
El elenco estará presentándose hasta finales de junio en el Teatro Milán, en la colonia Juárez.
Bracho, Bernal, Eugenio Rubio y Antuan Trejo, en alternancia con Luca Guerra, son dirigidos por Diego del Río.
El joven director encabezó por vez primera de manera profesional una obra protagonizada precisamente por Diana Bracho, Espejos, para después volverla a dirigir en Master Class, hace diez años.
Es una obra que plantea las luchas que se han emprendido para que, en algunos lugares del mundo, las personas podamos ser más libres y que nos recuerdan que no es la realidad de todas las personas y que, en ese sentido, uno tiene que valorar las libertades y los privilegios que tenemos la fortuna de gozar.
Además, estudia a cuatro seres humanos muy reales que se parecen a nosotros, que tienen muchas dimensiones y capas y que el autor no plantea ningún juicio moral sobre ninguno de ellos, sino que nos permite entender desde dónde están colocados en el mundo y por qué piensan lo que piensan, así como verlos cuestionarse por qué no pueden cambiar. A veces cuesta mucho cambiar, pero vale la pena encontrarse con personas que uno no pensaba”, concluyó.
SINOPSIS
Madres e hijos aborda el breve encuentro entre Betty, una acaudalada viuda que vive al otro lado del país, quien, camino a Roma, hace escala en la ciudad donde vive Chris, expareja de su hijo André, quien murió a causa del sida en 1990, y decide visitarlo de improviso. Chris ha reconstruido su vida: está casado con Pierre y tienen a Danny, un hijo de 6 años. Han pasado más de dos décadas desde que Betty y Chris se vieron por última vez. A pesar del tiempo hay resentimientos que sanar y hay cosas que perdonar.
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